Cinco estrategias para repensar la marca España

Hace unos días le pregunté a un amigo británico que lleva unos años viviendo en nuestro país cómo pensaba que era España antes de venir. Lo primero que me dijo es que en Reino Unido se conoce poco de España, más allá de los tópicos de fiesta, siesta, flamenco y sangría. Mi siguiente pregunta fue: ahora que llevas unos años aquí, ¿crees que se cumplen los estereotipos? Se quedó un rato pensando y me dijo. “Sois mejores de lo que yo pensaba y sois mejores de lo que vosotros mismos pensáis”.

Una respuesta tan breve como contundente que me lleva a pensar que más allá de los problemas objetivos por los que atraviesa el país, puede que también exista un problema de comunicación, un déficit de marketing, también en Internet.  Así lo explico en mi post anterior ¿Es España una marca blanca en Internet? Partiendo de este diagnóstico, me permito sugerir 5 estrategias para re-pensar la marca España…también en la red.

1- Recuperar la auto-confianza

Es muy difícil vender una buena imagen al exterior si uno mismo no se la cree. La pérdida de la auto-confianza es el primer gran reto para quienes están a cargo de gestionar el proyecto marca España. La imagen que más ha caído no es la exterior sino la que tienen los propios ciudadanos, cosa que es totalmente lógica dada la situación en la que muchos se encuentran. Los que ven sus perspectivas futuras negras o muy negras transmiten ese pesimismo, tanto dentro como fuera (es el caso de aquellos que se ven obligados a emigrar por la falta de oportunidades).

Las redes sociales, foros y otras plataformas online se están convirtiendo en un escaparate para transmitir—perdonad la expresión—este “cabreo colectivo”. Es importante empezar a dar la vuelta a esto y trabajar en mensajes positivos que ayuden a recuperar la auto-confianza también de puertas para adentro. Es algo difícil—aunque no imposible—, no se hace de la noche a la mañana y va a requerir constancia, no solo por parte del Gobierno (que resulta menos creíble), sino de las empresas y los propios ciudadanos.

Los mensajes deben ir enfocados a transmitir los puntos fuertes del país, sus empresas y de los propios españoles, encontrando noticias positivas—que las hay—pese a la crisis. En esta dirección apuntan campañas que vendían esperanza, como Razones para Creer de Coca Cola en 2010

… y más recientemente el “curriculum de todos” de Campo Frío. Son campañas han tenido una repercusión enorme en las redes sociales, donde se han visto más que en la televisión.

2- Construir un relato creíble, unificado y coherente

Ser percibido en el extranjero como un país divertido y de gente feliz está muy bien, pero no es suficiente. España tiene potencial para vender otros valores igualmente potentes y que en este momento nos pueden resultar más útiles, potencia deportiva, cultural y  ¿por qué no? la calidad de sus productos y la fortaleza de muchas de nuestras empresas que tienen presencia global.

Esta estrategia es impensable sin la ayuda de las propias marcas españolas con proyección internacional y de las empresas que quieran internacionalizarse sin complejos y decir abiertamente que son españolas. La marca España puede aprender y mucho de las estrategias de branding de empresas de la talla de Zara, Telefónica, Freixenet, Santander entre otras, que pertenecen al Foro de Marcas Renombradas  iniciativa que está apoyando directamente las acciones de re-branding del país en el exterior.

Esto ya es un muy buen punto de partida, porque hasta hace muy poco no existía un proyecto de Estado lo suficientemente ambicioso como para aglutinar a instituciones, empresas privadas y personajes públicos en la construcción colectiva de una imagen país coherente.

Es importante tener un relato creíble (lo que en comunicación se conoce como una equity story), argumentos bien pensados y mensajes coordinados entre las diferentes voces de la marca España. Pero además, estos esfuerzos tienen que verse plasmados en Internet, permitiendo tanto la comunicación como la interacción. Y aquí es donde el proyecto marca España presenta un hándicap importante, que esperemos que no se prolongue por demasiado tiempo.

3- Comunicar lo que hacemos bien… también en la red

En cualquier estrategia de hay que identificar claramente los puntos fuertes y empezar a construir este relato o equity story a partir de allí.

En este momento nos conviene incidir en las fortalezas del país en ciertos sectores económicos y empresariales pujantes; áreas en las que España es referente internacional y de las cuales no hemos sacado suficiente pecho. Nuevamente hablamos de empresas españolas con proyectos de alcance internacional como Renfe que ha exportado su modelo ferroviario de alta velocidad (AVE) a la línea Medina- La Meca; o Indra con sus servicios de gestión aeroportuaria en muchas partes del mundo.

Un buen ejemplo de esto es el vídeo de la consultora Grant Thornton Spain y que se titula  «La crisis desde un punto de vista diferente”.  Os invito a que le echéis un vistazo porque no tiene desperdicio.  Lleva más de  un millón de visitas en Youtube.

Además de incidir en nuestros puntos fuertes, hay que conocer las amenazas reputacionales—que en este momento son muchas—para tener argumentos preparados para mitigarlas y a la vez trabajar en neutralizar los estereotipos negativos asociados a la imagen de España (pereza, falta de productividad, retraso tecnológico, sinónimo de la Vieja Europa).

Como bien decía Emilio Lamo, presidente del Real Instituto Elcano en una reciente conferencia “no se puede ir contra los estereotipos, no es creíble… pero lo que sí podemos darles la vuelta”. Este es el gran reto, al que hay que echarle imaginación, recursos y mucha perseverancia.

4- Encontrar aliados e influencers online

La marca de un país es la suma de la marca de sus empresas, instituciones públicas y marcas personales influyentes. Recientemente Marca España ha escogido sus “embajadores”, españoles reconocidos y apreciados en sus respectivas áreas como Rafa Nadal, Antonio Banderas, Vicente del Bosque, entre otros, cuyo propósito es promover la imagen de España entre su público.

Ese mismo esfuerzo se puede y se debe trasladar al mundo online. En Internet se multiplican las posibilidades de ampliar el mensaje, ya que son los propios usuarios a través de sus cuentas en redes sociales quienes lo difunden  en sus comunidades online. Para que os hagáis una idea, Rafa Nadal tiene cerca de 4 millones de seguidores en Twitter; Fernando Alonso un millón y medio; Zara, 16 millones de fans en Facebook y más de 5.3 millones de personas siguen a Mango en la red de Marc Zuckerberg.  Pueden ser potentes  altavoces para  nuestro país. ¿Por qué no aprovecharlos?

Pero no solo se trata de segmentos de gran interés como la moda, el deporte o el cine, sino de otros “nichos de mercado” más selectivos y con capacidad de generar contenido interesante y cualificado que ayude a dar proyección a la marca país: universidades, escuelas de negocios, personajes con proyección internacional en la política Europea como Javier Solana, por mencionar algunos ejemplos.

5- Escuchar, escuchar y escuchar

Todas las grandes marcas que han tenido éxito en Internet parten de una premisa tan simple como importante: escuchar. Esto va más allá de un simple clipping de prensa. Se necesita una escucha proactiva y cualificada, que supone monitorizar en buscadores, redes sociales, foros, blogs sitios de review (Ciao, Trip Advisor), webs de otros países, etc. Ello a su vez permitirá detectar oportunidades de comunicación, posibles amenazas reputacionales, y potenciales interlocutores (hostiles o no), así como nuevos influenciadores online que nos puedan ayudar a mover el mensaje a través de la red. Desde luego esta monitorización no debe ceñirse a lo que se diga en España, sino también en nuestros mercados target: Alemania, Estados Unidos, América Latina y China. Una tarea titánica, pero necesaria.

Quiero terminar esta serie de artículos sobre marca España con dos reflexiones que resumen todo lo anterior. El proyecto marca España debe ser un tema de Estado—no de gobierno—y debe involucrar a todos los actores con suficiente voz como para influir, a ser posible de forma coherente y coordinada. Y en segundo lugar, la imagen de España no es un tema baladí, está teniendo un impacto directo en las empresas y los ciudadanos. Por lo tanto, la peor estrategia posible es no ocuparse.

Y tú, que más sugerirías para mejorar la comunicación de la marca España en Internet?

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Una buena idea no tiene precio, pero 25.000€ no vienen nada mal

Un emprendedor de Barcelona creó una oficina virtual de objetos perdidos, tuiteó la idea y ganó 25.000 euros

A veces me cuesta ver el telediario. Lo confieso, no me gusta deprimirme. Pero como buena periodista, me gana la vocación y el interés por la actualidad, aunque lo que vea no sea precisamente esperanzador. Acostumbrada a las noticias de siempre (paro, corrupción, sesiones de control—o descontrol– en el Congreso, problemas con la sanidad, educación, etc), una noticia que ya cerraba el Telediario hizo que levantara la cabeza. Un emprendedor de Barcelona tuvo la idea de crear una oficina virtual para que los que encuentran un objeto perdido puedan ponerse en contacto con el que lo perdió. Su idea ganó el concurso Tu negocio en un tweet  dotado con nada más y nada menos que 25.000 euros. ¡No está mal para empezar!

ouner.com; David Calvo Martín, emprendedores, InternetY luego pensé, ¡jo, qué buena idea! ¿Por qué no se me ocurrió a mi? Bueno, pues porque se le ocurrió antes a David Calvo Martín, creador de Ouner.com, a quien  se le encendió la bombilla leyendo una información de La Vanguardia que aseguraba que los ciudadanos cada vez devuelven más objetos que encuentran en la vía pública. El proyecto aún está en fase beta, pero pronto estará en marcha, porque ha resuelto el primer escollo que tienen los emprendedores: la financiación.

Móviles y tablets, una mina de oro

David pensó que si 32.000 objetos pasan por las oficinas de objetos perdidos de Barcelona, y el éxito en la recuperación es del 70%, ello supone que unas 22.400 personas como mínimo preguntaron por sus pertenencias. Cobrando un euro por gestión, esto aseguraría una ganancia anual sólo para la ciudad de Barcelona de 22.400 euros. Pero vayamos más allá.

Una de las cosas que más perdemos son los móviles y tablets, que por querer tenerlos siempre “a mano” terminan quedándose en cualquier sitio. Según el Estudio de Seguridad en dispositivos móviles y smartphones del Instituto de Tecnología de la Comunicación, más de 2 millones de terminales móviles fueron extraviadas en el tercer trimestre de 2011. Si solo un 2% de estos dispositivos fueran devueltos a sus dueños usando Ouner.com, las ganancias de David rondarían los 3 millones de euros. ¡Olé, olé, olé!

Lo bueno, si es breve…

La idea de negocio es tan original como el concurso en si mismo. Los participantes tenían que explicar en un solo tweet–es decir en menos de 140 caracteres– el objetivo de su negocio. La filosofía del concurso, promovido por tugestionline del BBVA viene a decir que no solo basta con tener buenas ideas, hay que saberlas vender, explicar y cuanto más breve, mejor. Sin duda, un verdadero reto y un caso de éxito en la utilización de la plataforma Twitter para un concurso de este tipo. Más de 1.000 emprendedores participaron.

El tweet de David Calvo Martín destaca por su sencillez, cercanía y porque se pone en la piel del cliente: ¿Has perdido algo? ¿Te has vuelto loco buscándolo? Ouner.com te ayuda a organizar tus cosas y si las pierdes, te ayudamos a encontralas. 

Una de las cosas buenas de la crisis es que pone a prueba nuestra capacidad de ilusionarnos, crear, producir, inventarnos y reinventarnos. Pero sobre todo, hace que algunos saquen a flote su creatividad y encuentren una idea de negocio. Puede que sea verdad que los emprendedores nos sacarán de la crisis… y muchos de ellos gracias a Internet.

David, necesitarás gestionar bien tanto éxito mediante una buena estrategia de comunicación en redes sociales y marketing online… que no es poco.

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Gigantes tecnológicos: ‘mucho ganamos, poco pagamos’

Hacienda se ha lanzado a la caza de gigantes tecnológicos y redes sociales que aprovechan la globalidad de sus operaciones para eludir el pago de impuestos

Que algunas empresas tengan subsidiarias de papel en paraísos fiscales para pagar pocos o ningún impuesto no es nada nuevo, pero que gigantes de Internet y tecnología como Google, Facebook, Microsoft, Apple o Amazon digan que ganan poco y por tanto, paguen cantidades simbólicas al fisco o incluso obtengan devoluciones de Hacienda, parece cuanto menos surrealista.

Si a las empresas del mundo real que tributan en España se les ha aumentado la fiscalidad y a los ciudadanos españoles se les imponen grandes sacrificios para cuadrar las cuentas públicas ¿por qué no deben pagar también multinacionales tecnológicas que operan en el mundo virtual como Google,  Facebook, Microsoft o Amazon  por los beneficios generados en nuestro país? Parece de sentido común, pero la realidad es muy diferente.

Se estima que el Estado español deja de percibir cerca de 1.000 millones de euros por la habilidad de gigantes de la tecnología, las ventas online y redes sociales de declarar en España los gastos y las pérdidas de sus operaciones y aprovechar cuanto crédito fiscal puedan pillar, mientras trasladan la facturación y los beneficios a países donde se pagan menos impuestos (Irlanda, Luxemburgo, Holanda, entre otros).

No obstante, por mucho que nos parezca poco ético que los impuestos se “cuelen” a través de estructuras fiscales agresivas, estas multinacionales no hacen más que aprovechar los agujeros negros en la legislación. Poco ético, podría ser, pero perfectamente legal (algunos lo llaman economía de opción), ya que la mayoría de las multinacionales suelen establecer la residencia fiscal y operativa en aquellos territorios que les permiten reducir costes.

Esto lleva a una segunda reflexión: en el caso de empresas que operan exclusivamente a través de la red, ¿cómo se puede ubicar físicamente los servicios que prestan? ¿Cómo se puede saber si la factura de la subsidiaria de Holanda o Irlanda en realidad procede de España? En el caso de empresas que operan a través de Internet, resulta muy difícil ubicar físicamente los servicios prestados.

Son asuntos que se plantean por la propia globalidad de Internet y todo parece indicar que la legislación en Europa no se ha movido tan rápido como el mundo de las nuevas tecnologías, algo a lo que ya quieren poner coto los países del G-20.  En Reino Unido, por ejemplo, vimos cómo los directivos de Amazon, Google y Starbucks se sentaron en el banquillo para explicar por qué pagan sumas ínfimas de impuestos.  Sus respuestas fueron cuanto menos, anecdóticas, eso sí, siempre dentro de la legalidad.

Veamos cómo reducen el pago de impuestos en  «Google, Apple, Amazon, Microsoft: ¿se les acabara el chollo?»

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Deuda española, en zona de rescate

La alegría de ganar la Eurocopa de fútbol y el balón de oxígeno de los acuerdos alcanzados en la Cumbre Europea han durado muy poco. Menos de una semana después de que los líderes europeos acordaran una serie de medidas para aliviar las tensiones financieras en la zona euro, la deuda española ha entrado nuevamente en “zona de pánico”, con el interés del bono a 10 años en un nivel crítico de 7%, el riesgo país en los 580 puntos básicos.

Se considera zona de pánico, cuando los intereses de la deuda de un país  alcanzan niveles tan insostenibles que le resulta demasiado costoso financiarse en los mercados de deuda, viéndose obligado a solicitar un préstamo—también llamado rescate– de las instituciones europeas a cambio de aplicar las duras medidas de recorte del gasto público.

Las tensiones de la deuda española han empeorado luego de que el Banco Central Europeo situara los tipos de interés en un mínimo histórico de 0.75% para atajar el peligro de recesión en la eurozona, pero no anunciara la compra de deuda soberana de las economías acosadas por los mercados.

El riesgo país y la rentabilidad de la deuda española regresaron a los niveles que estaban antes de la Cumbre Europea, en la cual el presidente español Mariano Rajoy alertó de que España no podría seguir financiándose  con estos intereses.

De poco han servido los durísimos recortes al gasto público realizados por España e Italia (cuya prima de riesgo también se disparó el viernes) para calmar a los mercados, que están pidiendo “más reformas estructurales”, mientras que desde las autoridades europeas tampoco ha habido ningún pronunciamiento que haga vislumbrar la luz al final del túnel.

Trasfondo político

Detrás de esta crisis, aparentemente financiera, existe un trasfondo político, que pone de manifiesto la profunda fractura existente a lo interno de la Unión Europea entre la Europa deudora del Sur y la Europa acreedora del Norte.

Esa Europa acreedora, representada principalmente Alemania y los países nórdicos, ha impuesto durante los últimos años una política económica basada en el control déficit, aún a costa del crecimiento económico.  En tanto, los países del Sur de Europa, apoyados ahora por la nueva Francia social-demócrata de François Hollande piden estímulos al crecimiento, mayor protagonismo del BCE y una mutualización de las deudas, eufemísticamente llamada “solidaridad financiera”.

Para Alemania, esta crisis de deuda representa también un instrumento de presión política para legitimar la necesidad de más reformas estructurales y forzar a Francia a que ceda más parcelas de soberanía a Europa.  También hay que entende que para la mentalidad de Europa continental,  los mercados no tienen que marcar la forma y los tiempos de las decisiones económicas, a diferencia del capitalismo anglosajón, en el que Wall Street y la City influyen fuertemente en la política económica.

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Dos Europas, una Eurocopa

La Cumbre histórica para salvar el euro coincidió con una cita también muy esperada: la Eurocopa de fútbol.  El primer día de reuniones congregó a los líderes europeos no solo ante la encrucijada del euro, sino también frente a las pantallas de televisión que mostraron cómo Italia eliminó a Alemania, un presagio de lo que sucedería en las horas siguientes, cuando dos economías periféricas (Italia y España) metieron un gol a una Alemania aparentemente imbatible.

Y es que esta crisis,  que a primera vista podría parecer meramente económica o financiera, es en el fondo un asunto político, que ha puesto en evidencia la profunda fractura existente a lo interno de la Unión Europea, entre la Europa deudora del Sur y la Europa acreedora del Norte.

Esa Europa acreedora, representada principalmente por el antiguo eje franco-alemán y los países nórdicos, impuso durante los últimos años, una austeridad autoritaria, en la que el control del déficit se convirtió prácticamente en la única política económica.

Cuando la austeridad ahogaba a las economías del Sur y amenazaba con sumir en una nueva recesión a todo el continente, los países del Sur de Europa, encontraron un aliado en la nueva Francia social-demócrata de François Hollande. Pidieron estímulos al crecimiento y una mayor “solidaridad financiera” para frenar las tensiones en los mercados de deuda.

Para Alemania, no obstante, la crisis de deuda es en realidad  un instrumento político de presión para demostrar la necesidad de las reformas estructurales y forzar a una Francia que históricamente se ha negado a ceder soberanía.

Además, para la mentalidad de Europa continental, los mercados financieros no son los que tienen que marcar los tiempos de las decisiones económicas, a diferencia del capitalismo anglosajón.  Hay que recordar además que “los grandes cambios en los sistemas complejos de toma de decisiones en la Unión Europea, sólo se dan cuando se está al borde del precipicio”.

Y así fue como al borde del abismo, Europa dio un balón de oxígeno a los países asfixiados por los mercados.  Tal y como sucedió en la Eurocopa, parece que España es la principal ganadora de esta Cumbre, aunque ninguno de los españoles que se lanzaron a la calle para celebrar el triunfo futbolístico se acordó por un momento ni de la crisis ni de la prima de riesgo.

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Auditoría a la banca: optimismo cauteloso

La publicación de las consultoras privadas Oliver Wyman y Roland Berger de su estimación de las necesidades de capital de la banca española es uno de los hitos decisivos en este complicado puzzle que vive España y la zona euro.   Los resultados presentados ayer representan un alivio, al ser estas necesidades menos dramáticas de lo que en un principio se había pensado: un mínimo de 16.000 millones de euros y un techo de 62.000 millones en un escenario catastrofista en el que el PIB descienda un 6.5% en los próximos 3 años, con una caída del  60% en el precio de la vivienda y de un 90% en el del suelo.

Aunque son muchos millones de euros los que van a necesitar los bancos españoles, la cifra es muy inferior a la línea de crédito de 100.000 millones se va a pedir a  Europa, cuya letra pequeña está aún en negociación, y por supuesto, muy lejos del escenario de debacle de 150.000 millones del que se llegó a especular en días pasados.  En el peor de los casos, el capital necesario para enfrentar hipotéticas pérdidas no será mayor que un 6% del PIB, una cantidad manejable con recursos propios, tanto del Estado como de las propias entidades, en un escenario en que se relajasen las tensiones en los mercados financieros.

La otra buena noticia es que los “buques insignias” de la banca española—Santander, BBVA y La Caixa—no requieren capitalización externa y esto es importante porque las tres juntas representan el 46% del mercado bancario español por activos. No obstante, esta distinción introduce una importante sombra de duda al resto del sistema español, ya que en este momento,  todos los bancos y cajas, a excepción de las tres antes mencionadas, son susceptible a necesitar capital adicional.  Por tanto, unos cuantos bancos solventes y saneadas van a cargar con un estigma y posiblemente el castigo de los mercados, hasta el 31 de julio, fecha en que por fin se conocerá el desglose por entidad.

 No podemos olvidar  que, aunque la cifra sea más baja de lo que se había pensado, no dejan de ser muchos miles de millones de euros que no van directamente de Europa a los bancos españoles, sino que pasan por el Estado como responsable último. Bien podría decirse entonces  que la banca está hipotecando buena parte de nuestros ingresos futuros, porque ese dinero hay que devolverlo y  si los bancos no lo hacen, alguien lo tendrá que hacer y ese alguien es el Estado, o lo que es lo mismo, cada ciudadano.  Y lo va a devolver  en forma de impuestos (ya se está hablando de una hipotética subida del IVA), nuevos recortes sociales,  eliminación de ayudas y subvenciones, adelgazamiento del Estado, sólo por mencionar algunas medidas que ya conocemos.

Además, la restructuración del sistema financiero español y el consiguiente proceso de concentración, supondrá cierre de oficinas, reducción de personal, liquidación de algunas entidades no viables o fusión con otras entidades.  Todas estas medidas van a tener un importante impacto en la economía real, principalmente por la pérdida de empleos en el sector.

Tomando en cuenta el alto coste que va a suponer el saneamiento de nuestro sistema bancario para que apoye la recuperación económica mediante una reactivación del crédito, lo menos que debería hacer el Gobierno es deslindar responsabilidades entre los ejecutivos de las entidades fallidas y reforzar la supervisión por parte del Banco de España, que a todas luces ha sido insuficiente.

Parece surrealista que se hayan pagado 2 millones de euros  a unas firmas privadas que han utilizado los datos proporcionados por el Banco de España para hacer estos cálculos generales, ya que las necesidades de cada institución las calcularán cuatro auditoras privadas.  Y esto es simplemente porque desde fuera no se fían de las instituciones españolas.  Y no les falta razón, también los ciudadanos tenemos muchas dudas sobre cómo hemos llegado hasta aquí y si se pudo haber evitado un precio tan alto para sanear a la banca.

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¿Se rompe el euro?

A pesar de que en los últimos años la crisis financiera y posteriormente económica ha sacudido los cimientos del euro, las últimas dos semanas han sido no aptas para cardíacos: rescate bancario a España, con muchas posibilidades de un rescate total; mercados de deuda en niveles insostenibles para países periféricos, miedo al contagio y la inevitable pregunta ¿quién será el siguiente? ¿Italia, Francia?  Un escenario en el que “caigan” estos dos países comprometería seriamente la viabilidad de la moneda común, una viabilidad que en este momento está en sus horas más bajas. Y esto es precisamente lo que nos están diciendo los mercados financieros con las cotizaciones de la deuda soberana: se desconfía del euro como proyecto económico, pero sobre todo, como proyecto político.

Ya no se trata de un problema exclusivo de los llamados “países periféricos”, sino del futuro del proyecto de integración más ambicioso del mundo. Lo que está en juego en estos momentos es el futuro de Europa tal y como la conocemos.

Y es que contrario a lo que pueda pensarse, aunque los efectos de esta crisis se vean más claramente en lo económico, el trasfondo real es un problema político, o más bien de política europea.  Los euro-líderes han sido incapaces de consensuar una postura contundente y una línea de acción común, lo cual hace más evidente, si cabe, la brecha entre Norte y Sur de Europa.

Por una parte, el Norte representado por Alemania y sus países satélites, plantean que la austeridad es lo único que necesita Europa para superar la crisis, mientras que el Sur o la periferia europea, del que ahora toma partido la Francia de Hollande, aboga por estímulos al crecimiento económico y un mayor protagonismo del Banco Central Europeo (BCE) para frenar la escalada de la deuda, ya sea a través de una bajada de tipos de interés o una compra de deuda pública de los países en apuros, como España e Italia.

Al menos por el momento, la tesis que ha prevalecido es la de la “austeridad autoritaria” de Alemania (como apuntan F. Steinberg e I. Molina en Ideas alemanas, intereses divergentes e instituciones comunes). Parece que estamos asistiendo a una germanización de Europa y no a una europeización de Alemania, que  está llevando a la moneda europea al borde del abismo.

Pero cuando se está al borde del abismo y el vértigo nos invade, es cuando tomamos las decisiones o enmendamos las posiciones, para evitar esa caída. Personalmente creo que, a pesar de sus diferencias de enfoque, tanto los del Norte como los del Sur, comprenden el desastre que significaría una ruptura de la moneda única (salidas del euro de países del Sur) y por tanto, “se hará lo que se tenga que hacer”.  Las próximas semanas serán decisivas, tanto para España como para el euro.

Mañana conoceremos una primera estimación de cuánto necesitan nuestros bancos para recapitalizarse y por tanto, se sabrá cuántos millones de euros vamos a pedir a Europa. En lo que respecta a Europa, la reunión del Consejo Europeo, el próximo 28 y 29 de junio será decisiva.  En esta cita se desvelará el plan de salvamento del euro, que se delineó en la Cumbre del G20 ayer, por presiones de EEUU, que teme un efecto contagio a su economía.

Una flexibilización de la postura alemana en el sentido de admitir determinadas medidas de estímulo al crecimiento económico, como que el BCE emita títulos para financiar obras de infraestructura pública, o si da luz verde al BCE para comprar deuda pública de países periféricos, como ha pedido Italia, enviaría una señal contundente de la irreversibilidad del euro como moneda común europea.

Europa debe llegar a un acuerdo sobre qué euro queremos construir, si una moneda sujeta a los vaivenes del mercado o una moneda fuerte sostenida por una voluntad política igual de fuerte.

En este sentido, os recomiendo leer el artículo de Ignacio Torreblanca,  titulado Bomberos, arquitectos y pirómanos en El País.

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Bienvenid@s a Statu quo

Desde hace tiempo tengo la sensación de que nos encontramos en un momento trascendental, uno de esos episodios en el que se escribe la historia, especialmente en el que–de momento– se conoce como “primer mundo. Muchas cosas están dando “la vuelta” y el que parecía un paraíso de prosperidad y bienestar inagotable, se resquebraja, se debilita y se replantea.

En este escenario he decidido escribir este blog y lo he bautizado con un nombre que para algunos podría sonar un poco antipático.  Statu quo, que en latín significa “estado de las cosas”.   Quiero a través de este espacio mostrar claves y puntos de vista sobre el momento que nos toca vivir, reflexiones sobre sobre los temas que nos preocupan  y los que deberían preocuparnos en estos tiempos de cambio.

Aunque soy periodista de profesión, no busco relatar los hechos (para eso están los medios de comunicación).  No obstante, sí escribiré sobre los temas que están en algunas portadas, sobre todo ahora que la economía centra el debate y en algunos casos también la debacle.

Vamos a hablar de España, de Europa y por qué no, también un poco del mundo.  Reflexionaremos sobre los temas de hoy vistos también desde la óptica de un ciudadano de a pie (como lo soy yo misma), al que parece que las cifras le abruman, pero que sufre cada día los efectos de esta crisis.

Quiero desgranar y analizar la actualidad;  mostrar el rostro humano de esta crisis que ataca al país y a Europa, pero sobre todo a personas con nombres, apellidos y muchos problemas.  Utilizaré un lenguaje coloquial y cercano para poner en perspectiva lo que vemos y en algunos casos lo que no vemos o no queremos ver.

Si después de leer alguno de mis posts, os sentís con más argumentos y claves para entender la actualidad o si encontráis un nuevo enfoque sobre un tema que os preocupa, entonces este espacio habrá cumplido su cometido.  Bienvenid@s a Statu quo.  Os invito a opinar, debatir, compartir y escribir, si así lo queréis.

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